Visualizar otras    

 

Claire Fabre, gestora cultural

Quién no se ha conmovido, por lo menos una vez en la vida, ante la belleza de un paisaje, el canto de un pájaro, una obra de arte, o incluso un gesto o una mirada? Recordemos ese momento. Experiencia fugitiva de una levedad desacostumbrada, tiempo suspendido, plenitud interior donde el espacio de un instante, los afanes, los miedos, las pesadumbres se evaporan,... ¿No nos hemos sentido entonces tan unidos con nosotros mismos como con el mundo? ¿Hemos prestado a esos instantes de belleza la atención que se merecen?  ¿Los hemos dejado repercutir en nosotros mismos, o los hemos considerado únicamente como un paréntesis accidental en nuestra vida caótica? No obstante ahí hicimos una experiencia de ser: una ventana abierta al infinito o a la interioridad, dos expresiones de una misma realidad.