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Simone Fayeton, médico homeópata

El acto médico es hermoso a dos niveles. Por una parte, permite a un enfermo recobrar la integridad de su cuerpo. Por otro lado, hay otra belleza que puede alcanzarse en el acto médico: es la belleza de la relación favorecida por la homeopatía, cuando se puede mostrar a la persona el absoluto que ella busca y al cual le lleva su deseo metafísico. A menudo ésta no cree en Dios, pero cuando sabe que un deseo metafísico la impulsa, se llena de alegría, porque descubre su trascendencia y que ya está dispuesta a aceptarla. La misión del médico es ayudar a cada uno a encontrar la puerta estrecha, que le revelará a si mismo.